lunes, 2 de junio de 2025

M

 

Volvi a verla hace unos días, cruzo la puerta con esos ojos marrones gigantes, llenos de lagrimas y confundida, con esa tristeza en la mirada que siempre me pareció hermosa.

Se sienta, toma sus lentes para intentar entender cada una de mis expresiones, busca mi mano pero ya no quería tomarla, estaba segura que eso le dolería pero ¡Tenia que dejarla ir!

Me daba dolor abandonarla, no queria hacerlo, ella tenia todos mis sueños, tenia la esperanza escrita en el pecho y la inocencia en los labios, tenia una vida planificada, sueños por cumplir y estaba segura de que su ilusión iba a ser real.

Estaba segura que eso era lo que le deparaba ¿O estaba resignada? La verdad no lo se, pero parecía lo segundo, por ese motivo quise irme, no podía permitir que ella se quedara solamente llorando en un baño, que los domingos no pudiera levantarse de la cama y que el teléfono con muchas llamadas y lágrimas fuera su compañero, que los mensajes largos la persiguieran y el insomnio la comande, ni podía permitir una vida que no estaba ni cerca de serlo para ella.

Tuve que abandonarla porque no podía permitir que la vida se pasara y ella solo conociera un amor que no era sano para ella y que  la estaba transformando en un fantasma, un ser sin energía y solo dispuesto a alimentar el ego de alguien que no merecia ni una sola lagrima derramada, ni un dia sin comer o una noche sin dormir.

Porque ella tenia que aprender que el amor no era una lucha, era mantenerse quieto, era permanecer en paz, como cuando te sientas debajo de un árbol y puedes admirar sus hojas o cuando miras un atardecer y te detienes a observar los colores, y por un momento entiendes la magia de Dios.

Por eso a pesar de que me hubiera encantado que ella siguiera amando de la manera en que lo hace, con su ternura e inocencia, sus sueños y metas, y el cariño que le ponía a cada cosa que tenia que ver con él, me vi en la obligación de abandonarla en esa casa llena de fantasmas e irme de ahí.

No te voy a mentir, a veces aparece, la vuelvo a ver cuándo está cerca de un enfermo, o un niño que la necesita ¡O con sus amigos! ¡O cuando observa un atardecer!  Pero tuvo que aprender que ese espectro no puede tomar el control nuevamente, porque todos en este mundo somos valiosos y merecemos brillar, merecemos que ese brillo se potencie cuando un amor llega a nuestra vida, no permitir que nos convierta en fantasmas.

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