Y en un
fugaz movimiento, la sonrisa de ese Ángel desapareció por un momento, sus ojos
reflejaban que estaba deseoso por hacer algo y que si se atrevía, cometería un
sacrilegio, quizás el peor de todos.
Eran las
2:45 de la mañana, todo estaba a oscuras, me encontraba mirando al techo y
pensando en la nada, era ese sueño de nuevo, ese sueño que me persigue desde
hace 5 años y que de plano, necesitaba averiguar qué significaba.
Tuve la
necesidad de levantarme, sentía que algo me observaba, que ese algo era lo que
estaba causando mis sueños y ya era tiempo de ponerle punto final a esa
situación, Al acercarme, vi como unos ojos castaños me miraban de forma
divertida, Al verlo, no pude evitar soltar un grito.
-Sh,
cállate, tu familia duerme- Susurro, para estar en frente, fue inhumano la
forma en la que se acerco a mí.
-¿Quién
eres?- Pregunte, siendo sincera, había algo en ese chico que me hacía sentir
segura, a pesar de sus ojos maliciosos y esa extraña sonrisa angelical.
-Soy tu
ángel guardián, te protejo desde que naciste.- murmuro.
¡Eso era
imposible! Los ángeles no se manifestaban a sus protegidos, pero la tenia ese
parecido con el chico de mis sueños, el chico que peca siendo un ángel y no sé
por qué, pero algo me dice que soy yo la razón de ese pecado.
-Explícame
¿Por qué te manifiestas? ¿Por qué tengo ese sueño cada noche desde hace 5
años?- Ordene. En un fugaz movimiento, la sonrisa del ángel desapareció por un
momento, sus ojos reflejaban que estaba deseoso por hacer algo y que si se
atrevía, cometería un sacrilegio, quizás el peor de todos.
-Por eso
me manifesté hoy, esos sueños que tienes, Soy yo el que los ocasiona ¿Por qué?
Simple, desde hace 5 años que tengo ese sentimiento que me quema la piel y no
puedo hacer nada, los ángeles no pueden amar sus protegidos, así se presenten
como cualquier persona en el mundo, está completamente prohibido.- Su voz
sonaba frustrada, cansada, como si en verdad quisiera tan solo un beso, un beso
mío
Me quede
parada en seco, ese sueño que se repetía una y otra vez siempre me dejaban una
sensación de querer ansiar mas, de tener sed de algo que no iba a suceder.
-Perdóname-
Fue lo único que escuche decir de ese ángel de ojos castaños y piel de
porcelana.
De
repente, como en mis sueños, el chico se acerca en seco y siento como sus manos
se acercan a mi cintura, veo como en su mirada refleja el dolor que sentía por
hacerlo, sabía que estaba mal, pero aun así, el deseo pudo más que él y cayó en
la tentación como lo puede hacer un cualquier humano pecador, Sus labios
rozaron los míos y por un instante, tan solo un instante pensé que se iba a
alejar, Pero no lo hizo, siguió.
Y, por
primera vez, el ángel peco.