domingo, 28 de mayo de 2017

Heroína de ojos negros



Y la vi, sentada en su mecedora mirando a la nada, con los ojos negros vidriosos y ahí comprendí que mi guerrera todavía no se había rendido.
Después de tanto tiempo entro a tu antigua habitación y observo con los ojos vidriosos todos los recuerdos que allí viven, cuantas veces estuve triste y acudí a ese lugar buscando refugio, Cuantas veces corrí hacia ese lugar para saludarte y como me encantaba que me dieras un abrazo, solo un abrazo tuyo me hacía ver el mundo de otra manera o quizás, era tu dulce aroma, tan distinto a los demás y que cada vez que lo sentía cerca, podía ver tus cálidos ojos negros mirándome con armonía, haciendo que me tranquilizara.
Recuerdo como querías que yo creyera en mi mismo, que fuese un chico valiente y como ahora cada paso que doy se lo agradezco a ti, siempre será la persona por la cual tendré mayor admiración, la heroína de mis historias y la que me inspiro a ser lo que soy hoy. Siempre recordare como cada vez que tenía que separarme de ti era una odisea para mi, era como si el mundo se me cayera encima, a pesar de que tenía la certeza de que iba a volver, la despedida se volvía una tortura, a pesar de que aun cuando me entristecía, ver tus ojos negros orgullosos de mi me tranquilizaba y hacia que emprendiera cada viaje con total hidalguía, como tú siempre me enseñaste.
Aun veo como esa dulce sonrisa desapareció de tu rostro y como toda esa casa que estaba llena de luz se volvió un lugar lleno de oscuridad y tristeza, veo como mi frustración se hacía más grande cada vez que te miraba ahí, postrada, inerte, como si ya era tu hora de que me dejaras solo aun cuando tú sabías perfectamente lo  mucho que te necesitaba, lo mucho que te necesito.
De solo imaginarme la idea que te ibas a ir de mi lado no solamente me daba miedo, me sentía solo, siempre he contado contigo y la idea de que te vayas hace que me sienta como si he perdido una parte de mi mismo, como si ya me hubiera perdido yo mismo.
Cada cuento, cada anécdota y cada historia las llevare siempre en mi alma atada, como si recordarlas me llevara de nuevo de tu mano como ese niño de 9 años que fui, que corría para abrazarte y pedirte que me hablaras de tus historias, hermosa guerrera.
A pesar de todo, me gusta creer que aun eres una guerrera, para mí, eres la más valiente de toda la tropa y están librando una batalla contra ti misma, de la cual estoy seguro que saldrás victoriosa, como siempre lo has hecho.
Regresando a mi casa, entre a su cuarto y te vi, sentada en su mecedora mirando a la nada, con tus ojos negros vidriosos. Cuando notaste mi presencia me dedicaste una sonrisa débil y te levantaste para abrazarme, ahí comprendí, que mi guerrera de ojos negros aun no se había rendido.
Y en vez de llorar, solo sonreí.

No hay comentarios:

Publicar un comentario