jueves, 28 de diciembre de 2017

Un último grito a la pared



Erase una vez.

Yo era un desastre y el era un príncipe, de esos que jamás olvidas, de esos que al mirarlos se te congela el alma y al escucharlos te sientes como si el mismo Dios te mando un ángel.

¿En realidad existió? Vivo tan pérdida en mi mundo, viajando en mí propia realidad que a veces olvido si las personas que están a mí alrededor son reales o simplemente volví a soñar despierta; Quizás si existió, de lo contrario mi mente hubiese poco a poco borrado su recuerdo, sin embargo, todavía recuerdo la forma tan perfecta de su rostro, su pequeña boca y sus ojos castaños, parecía sacado de algún relato de Oscar Wilde y quizás el mismo Dorian Gray hubiera quedado perdido ante su dulzura.

Juraría gritar su nombre a pesar de todo, que me escuchen hasta en los más remotos lugares y revelar que ese inocente amor que tanto han manchado  existe, aunque ahora como muchas cartas olvidadas se encuentre escondido, enjaulado en alguna parte de los corazones de esta generación perdida.

El príncipe llegaba todos los días a la misma hora, se sentaba y tomaba un pequeño sorbo de agua, todo en el mismo lugar, miraba hacia abajo y permanecía quieto como una estatua… Yo miraba hacia abajo tratando de parecer encerrada en lo que estaba leyendo cuando en realidad soñaba con que sus ojos cafés miraran por aunque sea un minuto a los míos… Miraba hacia su cabello con ansias de tocarlo y a su vez deseaba que por un instante el voltear y me dirigiera una sola mirada.

Una fría tarde de diciembre dejo de aparecer y me sentí en penumbra ¿Sera que se olvido de acudir al mismo sitio? O ¿Yo desperté de ese deslumbrante sueño? Desde esa última vez que lo vi no puedo evitar ver su rostro en todas partes hacia donde voy, hay veces en las que imagino un reencuentro imaginario donde las cosas son más simples, yo soy menos miedosa y a su vez el príncipe se encuentra feliz conmigo, para siempre.

No cabe duda que todo llega a su final y que este abre paso a nuevos comienzos, en su caso, a pesar de que él será inmortalizado en mis recuerdos, llegue a escuchar que pronto el se embarcara a un nuevo camino donde el deberá comenzar de nuevo, una aventura que espero que sea exitoso.

En el mío, gritare por última vez hacia la pared cuanto le quise y volveré a mi propio mundo donde él se encuentra, a su vez me iré a buscar mi propio porvenir, no muy lejos, eso es seguro, pero juro que volare tan alto que un día llegare al destino del príncipe para acompañarlo en esa gran aventura que se le avecina.

Las historias se terminan, los príncipes se van y las princesas regresan a sus castillos con sus tronos vacios, el felices para siempre a veces no existe y otras, se necesita mucho más que una mirada para que se vuelva realidad.

Todavía no es final, se los prometo.

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