‘’Vi pálidos
reyes y también princesas, pálidos guerreros, pálidos todos como la muerte.’’
John Keats, La Belle Dame Sans Merci.
Me senté
en la mesa a escuchar lamentos, la tristeza que emanaban los ojos de mis
familiares no se podía disimular y el miedo invadía el ambiente ¿Cómo un
momento de alegría paso a ser una forma
de recordar con tristeza? La verdad era
imposible para mí no imaginarme la cara de esos niños al preguntarle a sus
madres por la cena y que ellas le respondan que no tienen ni para darle el
primer bocado del día.
Era
difícil para mí no pensar en esos padres que no van a volver a sentir un abrazo
de sus hijos y a esos jóvenes que se han ido y no regresaran, no verán un
futuro que le sonreía y a su vez, con ellos se llevaron la esperanza de que
algún día podamos regresar a lo que una vez fuimos y que por desgracia, hoy
solamente existen recuerdos empañados.
Miro a mi
alrededor y siento que algo me falta, siento que he perdido todo y que la vida
se me fue, veo a mis hermanos y siento que se han convertido en fantasmas y la
verdad, creo que yo también estoy convertida en uno de ellos.
¿Y si eso
somos? Ya no vemos vida a mi alrededor, solo oscuridad y gente deambulando en
busca de algo de comer, vemos personas armadas de resentimiento destruyendo a
todo que va a su paso, yo veo una guerra, mi hermano un pueblo fantasma.
Cada
noche es la misma historia, después de las siete es un toque de queda
imaginario, la vida que existía en las calles ya no existe, ya no vemos niños
jugando por las calles ni jóvenes riendo, solo podemos observar gente pálida,
muertos en vida que no creo que podamos rescatar y eso es lo que hace que tenga
miedo, esa es la mejor palabra que puedo utilizar ¿Puedo seguir en este pueblo
fantasma?
La muerte
y la desgracia se han vuelto nuestras amigas, la miseria nuestra mayor aliada y
a su vez, el miedo
es la cereza de este venenoso postre, mi única fuerza es
saber que algún día todos estos espíritus regresaran a la vida y volveremos a
resurgir de las cenizas, como un fénix.
A veces
los recuerdos me dan cierta fuerza, aun cuando el miedo se apodere de mi cuerpo
ver esos momentos donde aun estábamos vivos me da ese empujón para seguir adelante y luchar, no solo por
mí, también pensando en dar un mínimo grano de vida en este terreno muerto.
¿Y si
todos luchamos? Me sigo preguntando, ninguna lucha es en vano y quizás de
alguna forma esos espíritus que como yo siguen buscando la forma de seguir
viviendo y no llenarse de oscuridad regresaran a la vida, vamos a volver, mucho
más fuertes y mas humanos.
Somos un ejército
y a su vez somos fortaleza, somos valentía y somos voz, aun seguimos siendo
fantasmas pero con nuestra lucha, al levantarnos cada mañana a trabajar con
nuestras manos y a estudiar con más ansia nos encontramos en nuestro propio
campo de batalla, sacamos vigor de donde no tenemos y aun así, seguimos firmes
con una sonrisa en el rostro, somos multitud.
Fuerza.
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